El agua micelar está por todas partes en los baños. Sin embargo, aunque puede resultar útil en determinadas situaciones, su formulación y forma de aplicación lo convierten en un producto que puede resultar agresivo para la piel. De hecho, a menudo utilizamos discos de algodón (y no siempre reutilizables) para aplicarlo, lo que puede crear microlesiones en la superficie de la piel. Además, contiene tensioactivos (agentes de limpieza) y, por lo tanto, es mejor enjuagarlo.
¿Cómo funciona el agua micelar?
El agua micelar funciona gracias a un mecanismo basado en micelas, agregados de moléculas tensioactivas. Básicamente: cuando se añaden tensioactivos, también conocidos como tensioactivos, al agua, se organizan en estructuras llamadas micelas. Las micelas están formadas por moléculas que tienen una cabeza hidrofílica (a la que le gusta el agua) y una cola lipófila (a la que le gustan los lípidos o las grasas), de ahí que el agua micelar pueda eliminar la mayoría de las impurezas.
¿Por qué puede llegar a ser agresivo para la piel?
Como se explicó anteriormente, el agua micelar puede ser una solución rápida y relativamente efectiva en determinadas condiciones (por ejemplo, si no tienes acceso a una fuente de agua). Sin embargo, su uso diario no es nada ideal porque es un producto muy agresivo y decapante que no dejará la piel tersa y confortable. Además, no garantiza una limpieza óptima ya que limpia principalmente la superficie. Además, también tendemos a frotar los algodones con relativa fuerza sobre nuestra piel para eliminar todos los residuos y esto es doblemente dañino para la piel. Finalmente, al contener agentes limpiadores, si no se enjuaga puede favorecer la deshidratación y el desequilibrio en la piel. Haz la prueba: cuando agitas tu agua micelar, ¡se forman burbujas como de jabón!
¿Cómo limpiar adecuadamente tu rostro entonces?
La mejor limpieza es una doble limpieza con un aceite limpiador y una jalea limpiadora (o una leche limpiadora). Por qué ? Pues porque sus dos productos tienen dos funciones muy diferenciadas:
- El aceite desmaquillante ayuda a eliminar todos los residuos llamados lipófilos -que son "aceitosos"- como el maquillaje, los filtros solares, el sebo... Actúa como un imán ya que la "grasa" atrae a la "grasa". Al contacto con el agua se transforma en leche lo que permite un aclarado eficaz.
- La jalea limpiadora o la leche limpiadora permiten completar la limpieza. Elimina a su vez los últimos residuos hidrofílicos -los acuosos- como el sudor, el polvo, etc. También ayuda a reequilibrar la piel, sobre todo si contiene activos calmantes y calmantes.
Estas dos etapas no sólo se complementan a la perfección sino que sobre todo; no atacan la piel. Ambos se utilizan sin algodón, lo que evita atacar innecesariamente la piel. Sus texturas complementarias dejan la piel confortable y flexible, sin tirantez. Pruébalo, te prometo que verás que tu piel nunca estuvo tan hermosa y ¡nunca volverás atrás!