Conocer tu tipo de piel es fundamental para elegir los cuidados que necesita; Si utilizas productos secantes y astringentes mientras tu piel está seca, corres el riesgo de alterar la barrera cutánea, etc. Aquí te enseñamos los diferentes tipos de piel y, sobre todo, a reconocer la tuya.
¿Cuáles son los diferentes tipos de piel?
A modo de resumen, estos son los tipos de piel más comunes:
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Piel normal: La piel normal es suave, flexible y equilibrada. Tiene una textura suave y uniforme, sin zonas grasas ni secas. Los poros son generalmente de tamaño normal y la piel no muestra ninguna sensibilidad especial.
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Piel seca: La piel seca es áspera, granulada y tirante, con pocas o ninguna zona grasa. Puede tener poros finos y textura desigual. La piel seca a menudo necesita hidratación y aceites para mantener su elasticidad y flexibilidad.
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Piel grasa: La piel grasa es brillante, grasosa al tacto, con poros dilatados y en ocasiones, imperfecciones. Puede tener una textura espesa y manchas negras. Las glándulas sebáceas producen más sebo del necesario, lo que puede provocar problemas como el acné.
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Piel mixta: La piel mixta tiene zonas grasas en la zona T (frente, nariz, barbilla) y zonas secas en las mejillas. Los poros de la zona T pueden estar agrandados, mientras que los poros de las mejillas suelen estar bien. Las pieles mixtas requieren a menudo cuidados diferenciados para las distintas zonas del rostro.
¿Cómo determino mi tipo de piel?
Existen varios métodos para determinar su tipo de piel. Aquí hay algunos pasos que le ayudarán a descubrirlo:
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Limpia tu rostro: Asegúrate de que tu rostro esté limpio y sin maquillaje antes de comenzar.
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Espere una hora: Evite tocarse la cara durante una hora para permitir que su piel vuelva a su estado natural.
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Evalúa el aspecto de tu piel: Si tu piel es brillante, parece bastante espesa, desigual, probablemente sea grasa. Si tu piel está tirante, tiene enrojecimiento o incluso parches muy pequeños que se pelan (descamación), probablemente esté seca. Si tu piel tiene zonas grasas y secas y tus poros están dilatados, probablemente sea mixta. Si tu piel no muestra tirantez, la textura de tu piel no es irregular y no brilla, probablemente tengas una piel normal.
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Evalúa cómo se siente tu piel: Tócate la piel para evaluar su textura. Si sientes la piel suave y flexible, probablemente sea normal. Si se siente áspero y granulado, probablemente esté seco. Si se siente grasoso al tacto, probablemente sea grasoso.
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Considere las reacciones de su piel: si su piel tiende a enrojecerse, pelarse o reaccionar a los productos, probablemente esté seca y sensible.
¿Cuál es la diferencia entre tipo de piel y condición de la piel?
Además de los diferentes tipos de piel, también existen diferentes afecciones cutáneas que pueden variar según las condiciones ambientales, los hábitos de cuidado de la piel y factores internos como la salud y la edad. Estas son algunas de las afecciones cutáneas más comunes:
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Piel deshidratada: la piel deshidratada carece de agua y puede sentirse tirante o escamosa. Esto puede ocurrir incluso en personas con piel grasa o mixta. Las causas comunes de deshidratación de la piel incluyen el aire acondicionado, la calefacción, el consumo insuficiente de agua, la exposición excesiva al sol y el uso de productos para el cuidado de la piel demasiado agresivos.
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Piel apagada: La piel apagada puede parecer cansada, apagada y falta de vitalidad. Esto puede deberse a factores como el estrés, el cansancio, una dieta desequilibrada, la exposición al sol y el tabaquismo.
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Piel madura: La piel madura se caracteriza por la aparición de líneas finas, arrugas y manchas de la edad. La piel madura suele ser más seca y menos elástica debido a la disminución de la producción de colágeno que se produce con la edad.
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Piel con tendencia acnéica: La piel con tendencia acnéica se caracteriza por la presencia de granos, puntos negros y poros obstruidos. Esto suele deberse a una producción excesiva de sebo, poros obstruidos y crecimiento excesivo de bacterias.
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Piel sensible: La piel sensible puede ser propensa a enrojecimiento, picazón e irritación. Esto puede deberse a factores como alergias, ingredientes agresivos en los productos para el cuidado de la piel, cambios hormonales o afecciones médicas como eczema o rosácea.