El bronceado es un mecanismo protector natural para defenderse de los rayos UV. Para protegerse de los efectos del sol, nuestros melanocitos producen un pigmento coloreado, la melanina. Esto colorea las células de la epidermis y así les ayuda a protegerse de las quemaduras. Pero ¿cómo funciona realmente?
¿Cómo se forma el bronceado? Descifrando el proceso de melanogénesis:
Imagínate bajo el sol, con ese tono dorado tan querido iluminando tu piel. Este color es el resultado de un proceso llamado melanogénesis, que tiene lugar cuando estás expuesto a los rayos ultravioleta (UV) del sol. Pero, ¿cómo funciona exactamente?
1. Activación UV: Cuando los rayos UV llegan a tu piel, desencadenan una serie de reacciones en tu cuerpo. Tu piel recibe una señal inicial: una hormona llamada melanotropo se adhiere a un receptor especial en las células de la piel. Esta señal luego activa una serie de reacciones químicas, preparando el escenario para los siguientes pasos.
2. Melanogénesis en melanocitos: Una vez iniciado el proceso, entran en acción los melanocitos ( células presentes en la capa más profunda de la piel). Estos melanocitos contienen orgánulos llamados melanosomas , donde se produce la melanina a partir del aminoácido tirosina . Este proceso se desencadena mediante la señal especial mencionada anteriormente. Por lo general, los melanocitos tardan entre 3 y 4 días después de la primera exposición a los rayos UV en volverse completamente activos . Puedes imaginar tu piel preparándose para proteger tu ADN creando una "barrera de color" usando esta melanina.
3. Transferencia a los queratinocitos: Luego, le toca el turno a la melanina de comenzar su difusión. Los melanosomas cargados de melanina abandonan los melanocitos para dirigirse hacia los queratinocitos , las células mayoritarias de la piel. Estos queratinocitos toman la melanina y la distribuyen a su entorno, creando el bronceado. Una vez cumplida su misión, los melanosomas se retiran y se descomponen mediante enzimas limpiadoras llamadas proteasas lisosomales .
En resumen, el bronceado es un mecanismo de defensa de tu piel.
El bronceado suele apreciarse por su apariencia estética, pero en realidad desempeña un papel vital en la protección de nuestra piel del daño solar.
Los rayos UVA y UVB del sol pueden ser dañinos porque producen radicales libres en nuestra piel, que pueden dañar las células y el ADN, provocando problemas como envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
La melanina, el pigmento responsable del color de nuestra piel, actúa como una especie de escudo protector. Recubre los núcleos de las células de la piel, evitando que los rayos ultravioleta dañen el ADN del interior. Además, la melanina puede capturar directamente los radicales libres, reduciendo el daño.
Sin embargo, aunque el bronceado aporta cierta protección, no es suficiente para protegernos por completo de los rayos UV. Alrededor del 15% de los rayos UVB y el 50% de los rayos UVA aún pueden penetrar las capas más profundas de la piel , incluso cuando estamos bronceados. Por eso es fundamental aplicar protector solar antes de exponerse al sol para una protección óptima.
Fuentes: HERLYN M. & al. Diafonía en piel: melanocitos, queratinocitos, células madre y melanoma. Revista de señalización y comunicación celular (2016).