Sea cual sea tu tipo de piel, la doble limpieza es el primer paso hacia una piel más sana. Es un método que te permite eliminar tu piel de todas las impurezas sin dañarla. Si todavía estás usando agua micelar, todavía estás a tiempo de cambiar, ¡tu piel te lo agradecerá!
Entonces, ¿cuál es el sentido de la doble limpieza? Durante el día, tu piel acumula numerosas impurezas, que en la mayoría de las ocasiones provienen de factores externos (contaminación, polvo, sustancias irritantes, etc.). Y ahora con el uso de mascarilla, tu piel es aún más frágil durante el día. Está a toda marcha debido a la sudoración excesiva y al exceso de sebo causados por el efecto “invernadero” de la mascarilla. La doble limpieza es un paso imprescindible que no sólo limpia tu piel en profundidad sino que también la reequilibra. Al practicar la doble limpieza también previenes el envejecimiento cutáneo porque tu piel tenderá a regenerarse mejor.
La primera etapa: la fase oleosa.
Estés maquillada o no, el primer paso de la doble limpieza es con un aceite. De hecho, el aceite es el más eficaz para disolver todas las sustancias grasas (exceso de sebo, contaminación, filtros solares, maquillaje). Actuará como un "imán" al adherir todas estas impurezas. Además, su textura es extremadamente suave con la piel. En Seasonly, nuestro aceite desmaquillante está enriquecido con caléndula, un ingrediente activo con propiedades calmantes y antiinflamatorias. Esto permite limpiar y purificar la piel sin alterar la película hidrolipídica.
El aceite es apto para todo tipo de pieles; No debes temer el efecto “graso” para pieles mixtas, grasas o con tendencia acnéica. Esta textura no tiene ningún impacto en la piel y no provocará más brillo ni exceso de sebo. Por el contrario, disolverá eficazmente las sustancias grasas secretadas por la piel. Nuestro aceite desmaquillante se emulsiona al contacto con el agua y se transforma en una textura lechosa que se enjuaga suavemente. Por tanto, no dejará ningún residuo en la piel.
El resultado: piel limpia, confortable y tersa. De hecho, el aceite evita que la piel se seque, lo que es aún más importante hoy en día cuando la piel está sensibilizada por la fricción de la mascarilla (zonas secas, irritación).
La segunda etapa: la fase acuosa.
Un gel limpiador (o una leche limpiadora) es el segundo paso clave, que complementa el uso del aceite. La fase llamada “acuosa” (que contiene agua) tiene como objetivo eliminar de la piel las últimas impurezas que el aceite no puede eliminar, como el polvo y el sudor. Se eliminan todos los residuos hidrófilos: residuos que sólo se disuelven gracias a una textura acuosa.
Nuestra jalea limpiadora también está enriquecida con caléndula, y permite completar la limpieza de la piel sin dañarla. Se aplica sobre la piel aún húmeda para que forme espuma y se active. Masajeamos la piel con gestos circulares y luego enjuagamos. También contiene glicerina, un activo hidratante que ayuda a restaurar la barrera cutánea.
Por tanto, evitamos los geles limpiadores demasiado agresivos o que contengan tensioactivos irritantes (principalmente laurilsulfato de sodio y laurethsulfato de sodio) porque cuanto más despojamos la piel, más eliminamos sus bacterias buenas. Y sin estas bacterias buenas, la piel tendrá más dificultades para defenderse de las agresiones externas y esto amplificará ciertos fenómenos como el exceso de sebo. En resumen, ¡un círculo vicioso!
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